sábado, 14 de junio de 2014

El feminismo en los tiempos de Austen

En su discurso social e ideólogico, los escritores son consecuencia de su época, incluso cuando intentan rebelarse contra los convencionalismos. La transgresión del orden establecido es suficiente para hablar de una literatura que desea convertirse en espacio de cambio. Los roles que se pueden delimitar en trabajos literarios como los de Jane Austen pueden interpretarse, en la actualidad, como patriarcales, pero son los que empezaron a plantear una progresión en la situación de desventaja que vivían las mujeres en su época.

Aralia López González señala que lo femenino es lo referente a las mujeres pensadas y habladas por mujeres, mientras que lo feminista requiere un grado de conciencia de las mujeres en situación de subordinación o dominio. ¿Podemos considerar la literatura de Jane Austen como femenina o feminista?

La cualidad romántica de las novelas de Jane Austen, sin duda, se somete a los parámetros de la época. La preocupación primordial de la mujer en el siglo XIX era encontrar un buen esposo, crear a una familia y atenderla. Todavía en estos tiempos encontramos productos de la cultura popular y cultural que elevan las relaciones románticas como principal objetivo en la vida de la mujer. Aunque en nuestra sociedad no existen los títulos nobiliarios, aún aspectos como el dinero y la belleza física determinan lo que se considera como un ideal de pareja.

Pride and Prejudice (1813) abre con una línea referente al asunto del matrimonio: “"It is a truth universally acknowledged, that a single man in possession of a good fortune must be in want of a wife." (pág. 4). La intención de la frase es irónica, ya que en la novela encontramos que son las mujeres las que buscan matrimonio y llegan a conformarse con hombres que apenas toleran para tener seguridad económica, pero, sobre todo, cierto grado de aceptación social.

La protagonista de Pride and Prejudice, Elizabeth Bennet, se distingue del resto de los personajes femeninos por no obsesionarse con el matrimonio ni aceptar propuestas que no le atraen. Hasta el siglo XVIII, la regla universal eran los matrimonios arreglados y las mujeres no tenían derecho a emitir una opinión al respecto. A principios del siglo XIX, época de Austen, las mujeres todavía eran intercambiadas como mercancía en matrimonios por conveniencia y, aunque ya no dominaba la costumbre de “prometer” a los hijos desde su nacimiento, todavía existía la noción de que las niñas estaban “destinadas” a casarse con determinado caballero, sin importar su sentir. Por ello, la rebelión de Elizabeth Bennet es una postura que puede considerarse feminista, porque va contra de la norma de la época, aun poniendo en riesgo su futuro económico y el de su familia.

Austen también critica la imagen de perfección de la mujer en la sociedad inglesa, pero también la creada desde la tradición literaria. Un cúmulo de cualidades con aire romántico, pero sin autonomía. Es muy significativo que el “galán” principal, Mr. Darcy, describe esas características idealizadas en el momento más álgido de su enfrentamiento con Elizabeth:
”A woman must have a thorough knowledge of music, singing, drawing, dancing, and the modern languages, to deserve the word; and besides all this, she must possess a certain something in her air and manner of walking, the tone of her voice, her address and expressions, or the word will be but half deserved.''

Los desencuentros y encuentros entre los protagonistas –imprescindibles en toda la obra de Austen- son la base de las comedias románticas actuales (las llamadas chick flicks), pero, aunque Elizabeth Bennet y todas sus heroínas finalmente ceden al modelo tradicional del matrimonio de su época, lo hacen en sus términos. Algo que, para su época, era una transgresión. Y, tristemente, lo sigue siendo aún en nuestras sociedades occidentales que se consideran ya igualitarias por no vivir bajo la imposición de una burka musulmana.

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